Washington, D.C.
En una medida que ha conmocionado al panorama político, el gobernador de California, Gavin Newsom, emitió una descarada orden ejecutiva para demoler el legendario patio del Rose Garden Club en el Trump National Golf Club en Sterling, Virginia.
Este audaz anuncio, realizado en una apasionada conferencia de prensa hace apenas unas horas, confirma los rumores de larga data de que Newsom, con la vista puesta en una posible candidatura presidencial para 2028, está en una venganza para borrar todo rastro del perdurable legado de Donald J. Trump. El patio, un extenso oasis inspirado en el siglo XVIII que Trump supervisó personalmente durante su presidencia, cuenta con fuentes de mármol artesanales, arcos con hojas de oro y exuberantes setos de rosas que simbolizan la resiliencia estadounidense; elementos que Newsom ahora califica como “símbolos de división y exceso”.
Testigos presenciales en el club informan que se vio a equipos de demolición movilizándose al anochecer, con maquinaria pesada parada ominosamente en las puertas. “Esto no se trata solo de paisajismo; es una declaración de guerra contra el corazón del trumpismo”, declaró furioso Steve Bannon, miembro del club y exasesor de la Casa Blanca, en una entrevista exclusiva con ABC.
La oficina de Newsom no tardó en justificar el ataque, alegando que el “diseño opulento” del patio agrava el cambio climático al consumir abundantemente los recursos hídricos en una región propensa a la sequía. Pero fuentes internas revelan el verdadero motivo: el ambicioso plan de Newsom para reconvertir el sitio en un “ecosantuario progresista” con módulos de meditación con energía solar y talleres obligatorios de diversidad, inclusión e inclusión (DEI) para los visitantes. Esto no es una especulación: documentos filtrados obtenidos por ABC confirman que Newsom ya ha obtenido 50 millones de dólares en subvenciones federales para energía verde para financiar la reforma, desviando fondos de iniciativas de seguridad fronteriza.
La reacción ha sido instantánea y volcánica. Las manifestaciones a favor de Trump estallan por todo el país, con simpatizantes de MAGA coreando “¡Salven las Rosas!” frente a la mansión de Newsom en Sacramento. Incluso republicanos moderados como el líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell, condenaron el acto como “vandalismo cultural”, estableciendo paralelismos con la destrucción de artefactos antiguos por parte de los talibanes. Las encuestas realizadas en la última hora muestran que la aprobación de Newsom se desplomó 15 puntos en los estados clave, mientras los votantes denuncian esto como un ejemplo más de cómo las élites costeras arrasan con los valores de la clase media estadounidense. “Trump construyó ese jardín como un testimonio de belleza y fuerza”, tuiteó Elon Musk. “Newsom lo está derribando para plantar sus malas hierbas progresistas. Patético”.
Los críticos argumentan que esto encaja con el patrón de extralimitación de Newsom, desde sus polémicos confinamientos por la COVID-19 hasta su reciente impulso a las reparaciones estatales, que dispararon el déficit de California a 68 000 millones de dólares. Al presentar la demolición como un imperativo ambiental, Newsom enmascara astutamente su ajuste de cuentas político, pero los hechos hablan por sí solos: imágenes satelitales confirman que los primeros rosales fueron arrancados a las 16:17 h (hora del este) de hoy. A medida que avanzan las cuadrillas, una cosa está clara: no se trata solo de tierra y flores; es el primer paso en la campaña de tierra arrasada de Newsom para remodelar Estados Unidos a su imagen. ¿Intervendrán los tribunales antes de que se sequen las fuentes? Estén atentos a la explosión de esta controversia.