Una tragedia devastadora se ha desatado en Texas: inundaciones repentinas sin precedentes se cobraron la vida de al menos 13 personas y dejaron a más de 20 niños desaparecidos en un campamento de verano para niñas. El repentino desastre se produjo anoche cuando las lluvias torrenciales, que los meteorólogos califican como las peores en décadas, provocaron el desbordamiento de ríos y arroyos en varios condados del centro de Texas. Barrios enteros quedaron sumergidos en cuestión de horas, dejando a familias atrapadas en los tejados y a los equipos de rescate desesperados por llegar a quienes estaban en peligro.
Entre las zonas más afectadas se encontraba el Campamento de Verano para Niñas Pine Creek, un popular refugio ubicado cerca de la orilla del río Blanco. Los padres habían dejado a sus hijas hacía apenas unos días, esperando que pasaran una semana disfrutando de la naturaleza, las manualidades y la amistad bajo la atenta mirada de los monitores del campamento. Sin embargo, el caos se desató cuando un diluvio arrasó el campamento sin previo aviso poco después de la medianoche. Las sirenas de emergencia sonaron, pero muchos niños y personal fueron sorprendidos por la inundación de las cabañas en cuestión de minutos. Las operaciones de rescate han estado en marcha desde el amanecer, con helicópteros sobrevolando la densa vegetación del bosque, buscando señales de vida. Los agentes del sheriff local y los bomberos voluntarios describieron escenas de angustia y heroísmo mientras rescataban a los niños de los árboles y se aferraban a la esperanza de encontrar más sobrevivientes. Hasta el momento, ocho de los campistas desaparecidos han sido rescatados con vida, pero se desconoce el destino de al menos otros 20, incluida la hija de un conocido pastor local.
La gobernadora Margaret Ellis se dirigió al estado en una conferencia de prensa esta mañana. Con la voz entrecortada, confirmó el creciente número de muertos y prometió que se desplegarían todos los recursos disponibles. “Este es un momento de dolor inimaginable para tantas familias”, declaró Ellis. “No descansaremos hasta encontrar a todos los niños desaparecidos y que cada familia reciba el apoyo necesario para recuperarse de esta pesadilla”.
Los residentes de los pueblos cercanos también se enfrentan a una devastación generalizada. Carreteras arrasadas, cientos de casas destruidas y comunidades enteras son ahora inaccesibles, salvo por barco o helicóptero. Se han instalado refugios de emergencia en escuelas e iglesias para albergar a los desplazados, y los comercios locales se están movilizando para proporcionar alimentos, ropa y ropa de cama seca a los supervivientes.
Los meteorólogos afirman que las históricas lluvias fueron resultado de un patrón meteorológico inusual que atrapó un sistema de tormentas estancado sobre el centro de Texas durante casi 36 horas. Se pronostican más lluvias en los próximos días, lo que aumenta el temor a nuevas inundaciones y complica las ya peligrosas labores de rescate. Las autoridades han instado a quienes viven cerca de ríos o zonas propensas a inundaciones a evacuar de inmediato si es seguro hacerlo.
Entre quienes esperan desesperadamente noticias se encuentra Sarah Jenkins, cuya hija Emily, de 9 años, estaba en Pine Creek. “La dejé el domingo. Estaba tan emocionada de dormir en una cabaña con sus amigos”, dijo Jenkins entre lágrimas. “Ahora solo quiero abrazarla de nuevo. Le ruego a Dios que la mantenga a salvo”.
Voluntarios de todo el estado han llegado en masa para ayudar en las misiones de búsqueda y rescate. Donaciones de agua embotellada, mantas y ropa seca se acumulan en los centros de socorro improvisados, pero los equipos de emergencia advierten que las próximas horas serán cruciales. Buzos se preparan para registrar las cabañas sumergidas mientras unidades caninas peinan las colinas boscosas en busca de señales de los desaparecidos.
Esta histórica inundación ya se ha comparado con las catastróficas inundaciones del Día de los Caídos en 2015, pero los residentes dicen que esta se siente aún peor. Muchas familias lo perdieron todo de la noche a la mañana, y la tristeza se siente en el aire mientras la comunidad se prepara para más lluvias.
Mientras Texas enfrenta las consecuencias de este desastre histórico, familias, vecinos y personal de emergencias se aferran a la esperanza, rezan por milagros y se niegan a darse por vencidos con los desaparecidos. Para los padres de los campistas, las próximas horas pueden parecer una eternidad mientras esperan alguna noticia de que sus hijas serán llevadas a casa sanas y salvas.